Nos recogen por la mañana temprano para ir al aeropuerto, menudo caos. Primero el espabilado de turno, nos recoge las maletas para pedir la correspondiente propina, que como siempre les parece insuficiente. Pasamos las maletas por el escaner, después el guía factura y nos da las tarjetas de embarque. Ahora otro control, el de inmigración y antes de pasar el control de seguridad otro control en el que tenemos que declarar el dinero que llevamos, nunca más de 500 rupias indias, pues no se puede sacar divisa del país y ya nos devuelven nuestros pasaportes, y ahora si el control de seguridad. Por cierto, casualidades de la vida, el vuelo está repleto de españoles.
Durante el vuelo intento ver la cordillera del Himalaya, pero está completamente nublado y no se ve nada, y lamentablemente, eso va a ser lo habitual durante nuestra estancia en Nepal, con la ilusión que me hacía ver el Everest
Llegamos al aeropuerto de Katmandú y como no, más controles, de la gripe, de inmigración... Afortunadamente recogemos nuestras maletas sin incidencias y ya están nuestro guía y nuestro conductor esperándonos.
El guía habla fatal español y sobre todo muy, pero que muy lento, así que nos enteramos de lo que podemos . Nos deja en el hotel, nos da la información básica y tenemos la tarde libre por nuestra cuenta. Aprovechamos para ir al barrio de Thamel donde comemos y vemos el montonazo de tiendas que hay e intentamos llegar a la Plaza Durbar, pero nos perdemos por el camino y tenemos que coger un rickshaw para volver al hotel.
De vuelta al hotel cena en la terraza de la piscina, que está en la 5ª planta y a descansar.
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